Saturday, September 26, 2009

Como asaltar una Nacion

Cuentan que una vez Fidel Castro, que entonces se movía en la periferia ansiosa y ambiciosa de aspirantes a un escaño en la cámara de representantes, le dijo a un amigo:

- Yo no quiero robar un banco. Yo quiero robar el banco.

Y dicho y hecho. Aprovechando el golpe de estado contra el Partido Ortodoxo –mas que contra el presidente Carlos Prío- que amenazaba ganar las elecciones inició su asalto al poder intentando tomar un cuartel militar y provocando un baño de sangre en Santiago de Cuba.

Pero no fue condenado por traición. No señor. Apenas dos años más tarde salía en libertad y comenzaba su campaña política para… adivinaron: obtener un escaño en la cámara de representantes.

Sin embargo, los tiempos habían cambiado durante su permanencia en la prisión y con su fino olfato percibió que los que se oponían a Batista no veían con buenos ojos esta maniobra. Entonces, hombre de grandes recursos que comenzaba a desarrollar el histrionismo que sería su sello en el futuro, declaró:

- Me marcho de Cuba. Batista está planeando asesinarme.

No se si Batista era tarado porque tiempo y oportunidades no le faltaron mientras estuvo preso. Pero la gente le creyó y con algunos simpatizantes que se le unieron en México y la ayuda económica del depuesto presidente Prio compró un pequeño yate con el que naufrago en las costas de Manzanillo, al oriente de Cuba.

Con la ayuda de los idealistas del llano frustrados por el golpe militar, estableció un bucólico campamento en la Sierra Maestra donde, entre otras cosas, recibía a la prensa extranjera haciéndole creer que contaba con un ejército numeroso, hablaba por Radio Rebelde contra el comunismo y, por supuesto, corría a refugiarse en lugar seguro cuando el ejército los atacaba mientras en las ciudades se aterraba con bombas y sabotajes a la población. Ese fue la primera gran vileza de Fidel Castro: llevar a una juventud con vocación democrática a matar y a morir.

Finalmente, cuando el primero de enero de 1959 el dictador Batista abandonó el país –y a todos los que le habían sido leales- comenzó la leyenda del heroísmo guerrillero y de los más de 20,000 cubanos caídos en la lucha. Puesto que la dictadura había durado apenas siete años, unos pequeños cálculos indican que debe haber habido un mínimo de 2857 muertos al año, es decir, 238 mensualmente y de forma ininterrumpida. Y ni en los grandes levantamientos (el asalto a los cuarteles Moncada y Goicuría o al Palacio Presidencial) se llegó a esa cifra. Fue el comandante libertador quien estableció los paredones de fusilamiento a donde se podía ir a parar hasta por tener un nombre de mal gusto, como fue el caso de un guajiro llamado General Palencia fusilado por sospechas de ser un general en fuga.

Mientras tanto, se iniciaba una vigorosa campaña de reformas sociales en beneficio del pueblo que deslumbró a muchos, cubanos y latinoamericanos. He aquí algunas:

La Reforma Agraria que se apropió de las tierras para desarrollar planes estatales y en pocos años destruyó una próspera agricultura que abastecía el 80% del consumo del país. Por cierto, después me enteré que la Constitución de 1940 preveía una reforma agraria, de manera que no era necesario morir por ella pero…

La Nacionalización de empresas extranjeras ( 14% del capital total invertido en la isla) y cubanas incluyendo los centrales de la próspera industria azucarera. Después esas empresas fueron vendidas nuevamente a inversionistas extranjeros y de los centrales azucareros no quedó ni la sombra. Cuba, que fue la azucarera del mundo hoy se ve obligada a importar azúcar. Cosas de la vida.

La campaña de Alfabetización en un país que en 50 años de república había reducido el analfabetismo desde un 76% en 1902 hasta un 18% en 1958.

La socialización del Sistema de Salud para dar cobertura universal de cuidado médico, en un país donde la tasa de mortalidad infantil era de 32 por mil, la mas baja de Latinoamérica y la 13° más baja del mundo, por encima de Francia, Bélgica, Alemania del Oeste, Israel, Japón, Austria, Italia, España y Portugal. Hoy ocupa el lugar 24 y la tasa de abortos es de 0.71 por cada niño nacido vivo. Según los datos de la OMS, en 1958 Cuba tenía como promedio una cama por cada 190 habitantes, cifra que excedía la meta de los países desarrollados de esa época de 200 personas por cama de hospital.

La Reforma Educacional que eliminó las escuelas privadas y dio paso a un sistema único, estatal y obligatorio de adoctrinamiento sistemático. Miles de cubanos fueron a las aulas mientras la cultura fue amordazada bajo el lema: Con la Revolución todo, fuera de la Revolución, nada reduciendo al ostracismo a figuras tan importantes como los escritores Virgilio Piñeira y José Lezama Lima.

Con el paso de los años la situación del país se movía entre la escasez material atenazante y la persecución política rayana en el surrealismo pero el comandante, hombre de grandes recursos, aseguraba que estábamos mejor que antes de la Revolución. No importaba que las raciones alimenticias distribuidas por la libreta de abastecimiento fueran inferiores a las que recibían los esclavos durante la colonia. No importaba que en 1958 Cuba ocupara el tercer lugar entre los países latinoamericanos en reservas de oro, dólares y valores convertibles en oro con $373 millones y el peso cubano se cotizara a la par con el dólar. No importaba que el presupuesto de $400,000,000 la señalara como el país del “per capita” presupuestal más alto de América Latina. Debíamos agradecer eternamente a la Revolución por los grandes logros sociales que antes nos fueron negados. Y para demostrarlo, simplemente, cambió la historia borrando de los libros las conquistas sociales y laborales de los años cuarenta, como borró de la tradición musical cubana los nombres de Ernesto Lecuona, Marta Pérez y Celia Cruz. Por decreto, Cuba antes de la revolución era un país del tercer mundo víctima de la injusticia social, la represión política y el racismo. Ese era el credo que había que aprenderse y recitar en las escuelas –y no estoy exagerando-. Cualquier opinión en contra colocaba a la persona en el triste papel de contrarrevolucionario. La letanía que seguía señalaba aquella Habana republicana como el burdel del Caribe, controlado por gangster y delincuentes. No, no me recuerde a las jineteras, por favor. Eso también es culpa del imperialismo.

Y mientras todo esto entretenía al pueblo, la pandilla gobernante se dedicaba a desmontar las estructuras básicas del estado democrático, a encarcelar a quienes denunciaban los atropellos, a llevar la chusmocracia a su máxima expresión. ¿Se acuerdan de aquellas consignas? “Al que no le guste que tome purgante” “Tenemos un comandante que lo ronca los …”.

Expresiones groseras pero, al menos, autóctonas. Peor fue después cuando tras la zafra de los 10 millones que nunca se alcanzaron Cuba comenzó a sovietizarse tratando de imponer una cultura absolutamente ajena a nuestra idiosincrasia y tradiciones. La sumisión al imperio soviético llegó a extremos alucinantes cuando al promulgarse la Constitución Socialista de 1976 en su primer párrafo reafirmaban el agradecimiento profundo a la Unión Soviética jurándole eterna adhesión. Decía entonces la voz popular que hasta Dios creó al mundo "con la ayuda militante y solidaria de la Unión Soviética.”

¿Adonde iba el dinero de la subvención soviética si no se empleaba en beneficio del cubano? A la desestabilización de Latinoamérica, a fomentar focos guerrilleros y movimientos antiimperialistas de todo pelaje. Montoneros, Tupamaros, Macheteros, Frentes de Liberación… póngale usted el nombre. Todos fueron financiados por la Habana que entrenaba a sus combatientes y les dotaba de las armas. Muchos de sus sobrevivientes ocupan hoy importantes posiciones en sus respectivos países ganadas en las urnas por la vía electoral. Pero siguen admirando al viejo comandante a quien van a visitar cada vez que pueden para tomarse una fotografía.

Cuando el imperio se descalabró Cuba, que durante más de tres décadas había vivido de su generoso subsidio se desplomó. Hoy sólo quedan los despojos de un proyecto social fallido y un modelo económico equivocado en un país que debatiéndose entre los dirigentes acomodados y el pueblo hambreado avanza rápidamente hacia el pasado sustituyendo los tractores por bueyes y los automóviles por bicicletas mientras repite con cinismo que así contribuyen a conservar el medio ambiente.

Me entristece que América Latina esté corriendo tras los pasos del castrismo. Porque los tiempos cambian y los métodos de asalto a la nación son distintos, pero la historia se repite como se repite el discurso, gastado y aburrido del antimperialismo y la soberanía nacional. Guerrilleros trasnochados que esgrimen la bandera de la independencia y la liberación del imperio norteamericano mientras se suman a la comparsa del aprendiz de reyezuelo que en la hermana Venezuela trata de convertirse en eje del nuevo expansionismo totalitario comprando voluntades con su lenguaje populista y dinero, mucho dinero, proveniente del petróleo, la extorsión, el narcotráfico…

Por eso, no quiero terminar sin enviar mis respetos y profunda admiración al valiente pueblo hondureño, sometido a las más crueles presiones internacionales por negarse a entregar su país a la ingerencia venezolana. Y humildemente les pido que resistan. Ellos son un ejemplo de civismo en defensa de la democracia y la libertad.

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