Monday, September 28, 2009

QUE VOLÁ, ASERE

Llegan en balsa, en avión, en lancha rápida, cruzando la frontera… Puedes encontrarlos en Suecia, en Finlandia, en el desierto del Sahara… Son cubanos que huyen de la gris existencia a que le condenaron los errores históricos de generaciones anteriores. Prófugos del paraíso socialista con sus discursos, sus consignas y su moral revolucionaria.

Visten distinto, se comportan distinto, haban distinto. Se reconocen por el que volá asere con que se saludan y que significa también ¿qué hay por ahí?, ¿cuál es la última noticia no oficial?, ¿qué se puede resolver? Resolver, palabra clave en este lenguaje casi carcelario desarrollado al margen de la plomiza retórica oficial; donde escapar, no significa necesariamente huir sino robar y mentir para sobrevivir. Resolver lo imprescindible para sobrevivir en medio de la miseria en un país que inculca desde la cuna el miedo a la riqueza, donde la vida cotidiana se desliza entre largas filas para ponerle el cabo a una olla de presión o comprar la magra ración que te corresponde en la libreta de racionamiento, esperar horas en un consultorio después del diagnóstico porque no hay papel para las recetas o largas horas en engorrosas gestiones para que un burócrata le ponga un cuño necesario.

Y en su afán de resolver, dejan de ser compañeros para convertirse en antisociales, lumpen y peligrosos. Comienzan a ser vigilados, perseguidos, acosados por actividades ilícitas. Entonces reafirman su conformidad con la situación diciendo que no están en ná, declaración de inofensiva ausencia de ambición que les sirve de escudo protector contra ese vecino que vigila sus movimientos. Una declaración que lleva implícito también no estoy en contra del gobierno ni me interesa estarlo, vagabundeo esperando a ver que pasa sin intervenir, sentado en alguna esquina polvorienta mientras espero un futuro que no llega, con una botella de “chispa e´tren” en la mano para olvidar el vacío de una existencia sin futuro, junto a otros individuos que tampoco están en ná.

Es un lenguaje que nada tiene que ver con el nivel cultural. Una jerga nacida como acto inconsciente de protección y rebeldía en un país que teme a las palabras, donde nadie muere de cáncer sino de una larga y penosa enfermedad, donde “se quedó” así, a secas, no significa que permanece en la isla sino que logró pedir asilo en el extranjero. Una jerga marginal que permite el reconocimiento mutuo entre los Yosvani y las Yurisleikis, nombres con que los padres han intentado diferenciar con penacho propio a los hijos nacidos en la gris mediocridad.

Es la respuesta indirecta a una represión indirecta, donde el monopolio del gobierno y su único partido controlan la educación individual, deciden lo que puedes leer o escuchar, te dan o te quitan el empleo. Es el escape al control absoluto de una sociedad donde el avance personal depende del mayor o menor grado de integración política e identificación ideológica. Un sistema de coerción casi invisible para el ojo humano, violado solamente por las expresiones orales marginales.

Buscando los imprescindible fulas para poder resolver aprenden a no chivatear a quienes se mueven en el mundo de las actividades ilícitas hasta que se convierten definitivamente en gusanos que buscan una visa más que una divisa. Algunos simulan obediencia y mansedumbre hasta conseguir un viaje al extranjero donde se quedan. Otros, consiguen una carta de invitación y una visa para cualquier lugar, no importa cual. Los menos se vinculan con disidentes y se convierten en escoria de la sociedad socialista, por el simple hecho de criticar la política de un régimen que su generación no eligió y tras recibir actos de repudio, con pedradas incluidas, expulsión de sus centros de trabajo o estudio y otras medidas disuasivas, acaban en la cárcel.

El exilio no puede comprender a este cubano diferente que habla otro idioma, gusta de otra música, tiene un sistema de valores distinto. Ellos no saben lo que es no estar en ná porque siempre han estado en algo: unos luchando por lograr avances económicos, otros por brillar en los escenarios artísticos, otros, simplemente por sacar adelante a su familia de la nada. Sus jóvenes han crecido en una libertad irrestricta de acción y expresión. Algo que dejó de existir en Cuba desde hace 50 años y que impide estar en algo.
¿Se les puede juzgar por hablar distinto, vestir distinto o carecer de la educación formal del que vive afuera? ¿Y por su deseo de regresar a llevar un poco de esperanzas a los que atrás quedaron, con algunos dólares para paliar sus miserias? ¿Para ser tratado como señor representante de la Comunidad Cubana en el Exterior con acceso a todo lo que le fue negado como cubanito de "a pie"?

Quienes sueñan honestamente con un cambio en las instituciones políticas cubanas pueden esgrimir cualquier lógica para lograr sus fines y proponer métodos violentos o pacíficos, lucha armada o enfrentamiento cívico… Pero deben comprender el deterioro social de que ha sido objeto esta generación de hombres nuevos fruto del régimen de los Castro a quien les tocó administrar el fracaso de la revolución. Es necesario comprender su escala de valores, su psicología, la influencia del medio en que ha crecido y se ha desarrollado porque ellos son parte de la Nación, ellos componen la Patria.

1 comment:

  1. Muy buen Post y con muchas verdades.

    Lleva a la reflexion y al deseo de sentarnos y preguntarnos en que hemos fallado?

    Tendriamos acaso necesidad de sentarnos y aprender unos de otros?

    El deseo o el derecho a la libertad se escribe de una sola forma.

    Un saludo,

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