Wednesday, September 30, 2009

Yo no quiero la amnistía para los presos cubanos.

Ayer tuve el disgusto de escuchar una entrevista al nuevo títere castrista para la propaganda exterior a quien las Naciones Unidas llama con eufemismo Canciller: Bruno Rodríguez Parrilla. Con una sonrisa angelical y tras repetir una lista de demandas más larga que la carta de un niño a Santa Claus de acuerdo con el guión aprendido, afirmó que en Cuba, los llamados presos políticos son simples delincuentes que han violado las leyes establecidas.

Tiene razón el señor Rodríguez. La “legalidad socialista” condiciona el derecho a la libertad de pensamiento y expresión al sometimiento irrestricto al régimen. Es un precepto constitucional apoyado por otras leyes: el Código Penal (ley 62) , la ley mordaza (ley 88), etc. ¡Todo un cuerpo legal para respaldar las violaciones a los Derechos Humanos y Ciudadanos!

¿A quién le importa que el artículo 19º de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 reclame el derecho a la libertad de expresión y opinión? ¿O que la Constitución cubana de 1940 lo recoja en su artículo 33° ¿O que el Pacto de San José de Costa Rica en 1969 lo consagre en su artículo 13°? De acuerdo con estos documentos las decenas de opositores y periodistas independientes tras las rejas cubanas cuyos rostros puedes ver aquí, sólo han ejercido sus derechos más elementales. Sólo el surrealismo cubano puede considerar delictivo expresar una opinión y codificarlo en el artículo 108 del Código Penal como Propaganda enemiga:

- Incurre en sanción de privación de libertad de uno a ocho años el que: a) incite contra el orden social, la solidaridad internacional o el Estado Socialista, mediante la propaganda oral o escrita o en cualquier otra forma; b) Confeccione, distribuya o posea propaganda del carácter mencionada en el inciso anterior.


- El que difunda noticias falsas o predicciones maliciosas tendientes a causar alarma o descontento en la población, o desorden público, incurre en sanción de privación de libertad de uno a cuatro años.


- Si, para la ejecución de los hechos previstos en los apartados anteriores, se utilizan medios de difusión masiva, la sanción es la privación de libertad de siete a quince años.


- El que permita la utilización de los medios de difusión masiva a que se refiere el apartado anterior incurre en sanción de privación de uno de cuatro años.

Esos que suplican plañideramente al régimen una amnistía para los presos políticos como acto de buena voluntad son los mismos que escucho continuamente pidiendo que levanten el embargo a Cuba mientras se afilan los dientes ante la posibilidad de comerciar con el régimen. ¿Amnistía? ¿Qué delito han cometido? ¿Qué ganamos con un gracioso gesto de buena voluntad liberadora de hombres inocentes si quedan las leyes para que nuevos cubanos vayan a la cárcel?

Que un ciudadano común pueda ser procesado por expresar sus opiniones es una infamia sólo superada por la conducta servil de abogados, jueces y legos para quienes “delito imputado” es sinónimo de “delito probado”. Cubanos cuya misión de impartir justicia se limita a solicitar, imponer y ratificar las sanciones desmedidas para compatriotas inocentes para luego, con la conciencia tranquila por el deber cumplido irse a dormir plácidamente o desgañitarse en alguna plaza pidiendo la liberación de los cinco espías juzgados y condenados en Estados Unidos.

Siento vergüenza por esos abogados genuflexos que no han encontrado el valor para levantar la voz. Y asco por los que piden a gritos el levantamiento del embargo pero no denuncian las atrocidades legales de ese régimen. A esos cómplices del atropello les recuerdo las palabras de Martí: “Ver en calma un crimen es cometerlo”.

Por eso, yo no pido amnistía. Pido la derogacion de estas leyes violadoras de todos los principios aceptados por la comunidad internacional y, sobre todo, exijo la libertad, inmediata e incondicional, para mis hermanos encarcelados por ejercer sus derechos.

Monday, September 28, 2009

QUE VOLÁ, ASERE

Llegan en balsa, en avión, en lancha rápida, cruzando la frontera… Puedes encontrarlos en Suecia, en Finlandia, en el desierto del Sahara… Son cubanos que huyen de la gris existencia a que le condenaron los errores históricos de generaciones anteriores. Prófugos del paraíso socialista con sus discursos, sus consignas y su moral revolucionaria.

Visten distinto, se comportan distinto, haban distinto. Se reconocen por el que volá asere con que se saludan y que significa también ¿qué hay por ahí?, ¿cuál es la última noticia no oficial?, ¿qué se puede resolver? Resolver, palabra clave en este lenguaje casi carcelario desarrollado al margen de la plomiza retórica oficial; donde escapar, no significa necesariamente huir sino robar y mentir para sobrevivir. Resolver lo imprescindible para sobrevivir en medio de la miseria en un país que inculca desde la cuna el miedo a la riqueza, donde la vida cotidiana se desliza entre largas filas para ponerle el cabo a una olla de presión o comprar la magra ración que te corresponde en la libreta de racionamiento, esperar horas en un consultorio después del diagnóstico porque no hay papel para las recetas o largas horas en engorrosas gestiones para que un burócrata le ponga un cuño necesario.

Y en su afán de resolver, dejan de ser compañeros para convertirse en antisociales, lumpen y peligrosos. Comienzan a ser vigilados, perseguidos, acosados por actividades ilícitas. Entonces reafirman su conformidad con la situación diciendo que no están en ná, declaración de inofensiva ausencia de ambición que les sirve de escudo protector contra ese vecino que vigila sus movimientos. Una declaración que lleva implícito también no estoy en contra del gobierno ni me interesa estarlo, vagabundeo esperando a ver que pasa sin intervenir, sentado en alguna esquina polvorienta mientras espero un futuro que no llega, con una botella de “chispa e´tren” en la mano para olvidar el vacío de una existencia sin futuro, junto a otros individuos que tampoco están en ná.

Es un lenguaje que nada tiene que ver con el nivel cultural. Una jerga nacida como acto inconsciente de protección y rebeldía en un país que teme a las palabras, donde nadie muere de cáncer sino de una larga y penosa enfermedad, donde “se quedó” así, a secas, no significa que permanece en la isla sino que logró pedir asilo en el extranjero. Una jerga marginal que permite el reconocimiento mutuo entre los Yosvani y las Yurisleikis, nombres con que los padres han intentado diferenciar con penacho propio a los hijos nacidos en la gris mediocridad.

Es la respuesta indirecta a una represión indirecta, donde el monopolio del gobierno y su único partido controlan la educación individual, deciden lo que puedes leer o escuchar, te dan o te quitan el empleo. Es el escape al control absoluto de una sociedad donde el avance personal depende del mayor o menor grado de integración política e identificación ideológica. Un sistema de coerción casi invisible para el ojo humano, violado solamente por las expresiones orales marginales.

Buscando los imprescindible fulas para poder resolver aprenden a no chivatear a quienes se mueven en el mundo de las actividades ilícitas hasta que se convierten definitivamente en gusanos que buscan una visa más que una divisa. Algunos simulan obediencia y mansedumbre hasta conseguir un viaje al extranjero donde se quedan. Otros, consiguen una carta de invitación y una visa para cualquier lugar, no importa cual. Los menos se vinculan con disidentes y se convierten en escoria de la sociedad socialista, por el simple hecho de criticar la política de un régimen que su generación no eligió y tras recibir actos de repudio, con pedradas incluidas, expulsión de sus centros de trabajo o estudio y otras medidas disuasivas, acaban en la cárcel.

El exilio no puede comprender a este cubano diferente que habla otro idioma, gusta de otra música, tiene un sistema de valores distinto. Ellos no saben lo que es no estar en ná porque siempre han estado en algo: unos luchando por lograr avances económicos, otros por brillar en los escenarios artísticos, otros, simplemente por sacar adelante a su familia de la nada. Sus jóvenes han crecido en una libertad irrestricta de acción y expresión. Algo que dejó de existir en Cuba desde hace 50 años y que impide estar en algo.
¿Se les puede juzgar por hablar distinto, vestir distinto o carecer de la educación formal del que vive afuera? ¿Y por su deseo de regresar a llevar un poco de esperanzas a los que atrás quedaron, con algunos dólares para paliar sus miserias? ¿Para ser tratado como señor representante de la Comunidad Cubana en el Exterior con acceso a todo lo que le fue negado como cubanito de "a pie"?

Quienes sueñan honestamente con un cambio en las instituciones políticas cubanas pueden esgrimir cualquier lógica para lograr sus fines y proponer métodos violentos o pacíficos, lucha armada o enfrentamiento cívico… Pero deben comprender el deterioro social de que ha sido objeto esta generación de hombres nuevos fruto del régimen de los Castro a quien les tocó administrar el fracaso de la revolución. Es necesario comprender su escala de valores, su psicología, la influencia del medio en que ha crecido y se ha desarrollado porque ellos son parte de la Nación, ellos componen la Patria.

Saturday, September 26, 2009

Como asaltar una Nacion

Cuentan que una vez Fidel Castro, que entonces se movía en la periferia ansiosa y ambiciosa de aspirantes a un escaño en la cámara de representantes, le dijo a un amigo:

- Yo no quiero robar un banco. Yo quiero robar el banco.

Y dicho y hecho. Aprovechando el golpe de estado contra el Partido Ortodoxo –mas que contra el presidente Carlos Prío- que amenazaba ganar las elecciones inició su asalto al poder intentando tomar un cuartel militar y provocando un baño de sangre en Santiago de Cuba.

Pero no fue condenado por traición. No señor. Apenas dos años más tarde salía en libertad y comenzaba su campaña política para… adivinaron: obtener un escaño en la cámara de representantes.

Sin embargo, los tiempos habían cambiado durante su permanencia en la prisión y con su fino olfato percibió que los que se oponían a Batista no veían con buenos ojos esta maniobra. Entonces, hombre de grandes recursos que comenzaba a desarrollar el histrionismo que sería su sello en el futuro, declaró:

- Me marcho de Cuba. Batista está planeando asesinarme.

No se si Batista era tarado porque tiempo y oportunidades no le faltaron mientras estuvo preso. Pero la gente le creyó y con algunos simpatizantes que se le unieron en México y la ayuda económica del depuesto presidente Prio compró un pequeño yate con el que naufrago en las costas de Manzanillo, al oriente de Cuba.

Con la ayuda de los idealistas del llano frustrados por el golpe militar, estableció un bucólico campamento en la Sierra Maestra donde, entre otras cosas, recibía a la prensa extranjera haciéndole creer que contaba con un ejército numeroso, hablaba por Radio Rebelde contra el comunismo y, por supuesto, corría a refugiarse en lugar seguro cuando el ejército los atacaba mientras en las ciudades se aterraba con bombas y sabotajes a la población. Ese fue la primera gran vileza de Fidel Castro: llevar a una juventud con vocación democrática a matar y a morir.

Finalmente, cuando el primero de enero de 1959 el dictador Batista abandonó el país –y a todos los que le habían sido leales- comenzó la leyenda del heroísmo guerrillero y de los más de 20,000 cubanos caídos en la lucha. Puesto que la dictadura había durado apenas siete años, unos pequeños cálculos indican que debe haber habido un mínimo de 2857 muertos al año, es decir, 238 mensualmente y de forma ininterrumpida. Y ni en los grandes levantamientos (el asalto a los cuarteles Moncada y Goicuría o al Palacio Presidencial) se llegó a esa cifra. Fue el comandante libertador quien estableció los paredones de fusilamiento a donde se podía ir a parar hasta por tener un nombre de mal gusto, como fue el caso de un guajiro llamado General Palencia fusilado por sospechas de ser un general en fuga.

Mientras tanto, se iniciaba una vigorosa campaña de reformas sociales en beneficio del pueblo que deslumbró a muchos, cubanos y latinoamericanos. He aquí algunas:

La Reforma Agraria que se apropió de las tierras para desarrollar planes estatales y en pocos años destruyó una próspera agricultura que abastecía el 80% del consumo del país. Por cierto, después me enteré que la Constitución de 1940 preveía una reforma agraria, de manera que no era necesario morir por ella pero…

La Nacionalización de empresas extranjeras ( 14% del capital total invertido en la isla) y cubanas incluyendo los centrales de la próspera industria azucarera. Después esas empresas fueron vendidas nuevamente a inversionistas extranjeros y de los centrales azucareros no quedó ni la sombra. Cuba, que fue la azucarera del mundo hoy se ve obligada a importar azúcar. Cosas de la vida.

La campaña de Alfabetización en un país que en 50 años de república había reducido el analfabetismo desde un 76% en 1902 hasta un 18% en 1958.

La socialización del Sistema de Salud para dar cobertura universal de cuidado médico, en un país donde la tasa de mortalidad infantil era de 32 por mil, la mas baja de Latinoamérica y la 13° más baja del mundo, por encima de Francia, Bélgica, Alemania del Oeste, Israel, Japón, Austria, Italia, España y Portugal. Hoy ocupa el lugar 24 y la tasa de abortos es de 0.71 por cada niño nacido vivo. Según los datos de la OMS, en 1958 Cuba tenía como promedio una cama por cada 190 habitantes, cifra que excedía la meta de los países desarrollados de esa época de 200 personas por cama de hospital.

La Reforma Educacional que eliminó las escuelas privadas y dio paso a un sistema único, estatal y obligatorio de adoctrinamiento sistemático. Miles de cubanos fueron a las aulas mientras la cultura fue amordazada bajo el lema: Con la Revolución todo, fuera de la Revolución, nada reduciendo al ostracismo a figuras tan importantes como los escritores Virgilio Piñeira y José Lezama Lima.

Con el paso de los años la situación del país se movía entre la escasez material atenazante y la persecución política rayana en el surrealismo pero el comandante, hombre de grandes recursos, aseguraba que estábamos mejor que antes de la Revolución. No importaba que las raciones alimenticias distribuidas por la libreta de abastecimiento fueran inferiores a las que recibían los esclavos durante la colonia. No importaba que en 1958 Cuba ocupara el tercer lugar entre los países latinoamericanos en reservas de oro, dólares y valores convertibles en oro con $373 millones y el peso cubano se cotizara a la par con el dólar. No importaba que el presupuesto de $400,000,000 la señalara como el país del “per capita” presupuestal más alto de América Latina. Debíamos agradecer eternamente a la Revolución por los grandes logros sociales que antes nos fueron negados. Y para demostrarlo, simplemente, cambió la historia borrando de los libros las conquistas sociales y laborales de los años cuarenta, como borró de la tradición musical cubana los nombres de Ernesto Lecuona, Marta Pérez y Celia Cruz. Por decreto, Cuba antes de la revolución era un país del tercer mundo víctima de la injusticia social, la represión política y el racismo. Ese era el credo que había que aprenderse y recitar en las escuelas –y no estoy exagerando-. Cualquier opinión en contra colocaba a la persona en el triste papel de contrarrevolucionario. La letanía que seguía señalaba aquella Habana republicana como el burdel del Caribe, controlado por gangster y delincuentes. No, no me recuerde a las jineteras, por favor. Eso también es culpa del imperialismo.

Y mientras todo esto entretenía al pueblo, la pandilla gobernante se dedicaba a desmontar las estructuras básicas del estado democrático, a encarcelar a quienes denunciaban los atropellos, a llevar la chusmocracia a su máxima expresión. ¿Se acuerdan de aquellas consignas? “Al que no le guste que tome purgante” “Tenemos un comandante que lo ronca los …”.

Expresiones groseras pero, al menos, autóctonas. Peor fue después cuando tras la zafra de los 10 millones que nunca se alcanzaron Cuba comenzó a sovietizarse tratando de imponer una cultura absolutamente ajena a nuestra idiosincrasia y tradiciones. La sumisión al imperio soviético llegó a extremos alucinantes cuando al promulgarse la Constitución Socialista de 1976 en su primer párrafo reafirmaban el agradecimiento profundo a la Unión Soviética jurándole eterna adhesión. Decía entonces la voz popular que hasta Dios creó al mundo "con la ayuda militante y solidaria de la Unión Soviética.”

¿Adonde iba el dinero de la subvención soviética si no se empleaba en beneficio del cubano? A la desestabilización de Latinoamérica, a fomentar focos guerrilleros y movimientos antiimperialistas de todo pelaje. Montoneros, Tupamaros, Macheteros, Frentes de Liberación… póngale usted el nombre. Todos fueron financiados por la Habana que entrenaba a sus combatientes y les dotaba de las armas. Muchos de sus sobrevivientes ocupan hoy importantes posiciones en sus respectivos países ganadas en las urnas por la vía electoral. Pero siguen admirando al viejo comandante a quien van a visitar cada vez que pueden para tomarse una fotografía.

Cuando el imperio se descalabró Cuba, que durante más de tres décadas había vivido de su generoso subsidio se desplomó. Hoy sólo quedan los despojos de un proyecto social fallido y un modelo económico equivocado en un país que debatiéndose entre los dirigentes acomodados y el pueblo hambreado avanza rápidamente hacia el pasado sustituyendo los tractores por bueyes y los automóviles por bicicletas mientras repite con cinismo que así contribuyen a conservar el medio ambiente.

Me entristece que América Latina esté corriendo tras los pasos del castrismo. Porque los tiempos cambian y los métodos de asalto a la nación son distintos, pero la historia se repite como se repite el discurso, gastado y aburrido del antimperialismo y la soberanía nacional. Guerrilleros trasnochados que esgrimen la bandera de la independencia y la liberación del imperio norteamericano mientras se suman a la comparsa del aprendiz de reyezuelo que en la hermana Venezuela trata de convertirse en eje del nuevo expansionismo totalitario comprando voluntades con su lenguaje populista y dinero, mucho dinero, proveniente del petróleo, la extorsión, el narcotráfico…

Por eso, no quiero terminar sin enviar mis respetos y profunda admiración al valiente pueblo hondureño, sometido a las más crueles presiones internacionales por negarse a entregar su país a la ingerencia venezolana. Y humildemente les pido que resistan. Ellos son un ejemplo de civismo en defensa de la democracia y la libertad.

Thursday, September 24, 2009

Yo estoy contra el bloqueo

Insisto, contra el bloqueo no contra el embargo a Cuba. Y esto no es pura semántica. El embargo norteamericano es de tipo comercial; el bloqueo fue impuesto a la creatividad del pueblo cubano, desde hace cincuenta años, en todos los aspectos de su vida: económica, política y social.

Que el embargo norteamericano no es responsable por el descalabro de la economía no es un secreto para nadie. Desde el colapso del socialismo real en Europa oriental (1989) y la Unión Soviética (1991) con quien Cuba mantenía el 85 % de sus relaciones comerciales y de la que recibía un cuantioso subsidio de 6,000 millones anuales, el régimen de la Habana ha desarrollado relaciones comerciales con el resto del mundo. El intercambio comercial de la mayor de las Antillas con Venezuela y China asciende a 2,698 y 2,457 millones de dólares, respectivamente, seguidos por Canadá y España, cada uno con más de mil millones de dólares. Y los propios Estados Unidos comenzaron a vender alimentos y productos agrícolas a Cuba con un ritmo ascendente desde 2001 siempre que el pago sea al contado y el transporte marítimo provenga de terceros países. Se estima que aproximadamente unos 80,000 estadounidenses visitan Cuba anualmente, incluyendo unos 3,000 viajes de negocios. Las remesas que los exiliados cubanos en Estados Unidos alcanzan los 1,000 millones de dólares anuales. Y las actividades comerciales en el 2007 con este país llegaron a 685 millones de dólares.

¿Qué tiene que ver el embargo norteamericano con el acceso a la Internet? Con su habitual monotonía el régimen no se cansa de repetir que Estados Unidos es culpable de que los cubanos no puedan acceder al mundo moderno de la información cuando alrededor de la isla están los cables de conexión propiedad de China -su segundo socio comercial- que permiten conectarse a la Internet y las comunicaciones de alta velocidad sin que el gobierno de EEUU tenga voz ni voto. Es el temor de la dictadura, su terror a la libre difusión de las ideas quien censura, restringe y bloquea el acceso a la información.

Y ¿Qué decir de la prohibición de cualquier actividad comercial o productiva individual? La abolición de la propiedad privada es un ejercicio de represión sistemática contra la iniciativa individual,los medios propios y la independencia financiera. Un bloqueo abierto a las preferencias, habilidades y planes personales esencial para el control absoluto de la sociedad, para la negación del derecho a decidir sobre tu persona, tu propiedad, el fruto de tu trabajo, tu creatividad empresarial. Por eso, cada vez que se hace una tímida concesión a la libre empresa, aumenta la producción y florece la economía individual, el gobierno tiembla y arrecia su bloqueo aplicando el Decreto-Ley 149, que sanciona el "enriquecimiento ilícito" dejando un amplio margen a la arbitrariedad al dudar de la legitimidad de los bienes en poder de cualquier ciudadano.

Tres grandes “logros” ha mostrado la revolución a cuanto tonto útil ha querido dejarse deslumbrar: educación, salud pública y deportes. Tres servicios sociales importantes, sin dudas, cuyos indicadores no eran negativos antes de la revolución, cuando un 80% de la población —altísimo para la época— estaba alfabetizada; los índices sanitarios eran de nación desarrollada(contaba con más médicos y dentistas por habitante que Holanda, Francia, Reino Unido y Finlandia) y sus artistas, intelectuales y deportistas eran reconocidos mundialmente...

Más que una proeza, son tres grandes ejemplos de la arbitraria y disparatada distribución de recursos en detrimento de los otros sectores, también importantes, que ha destruído al país. Los servicios públicos hay que pagarlos y si no se cuenta con producción propia que respalde el gasto, hay que buscar la ajena en forma de subsidios soviéticos que al desaparecer se llevaron consigo, por incontables las escuelas y hospitales que una vez fueron bandera. Hoy la calidad de la enseñanza se ha reducido al mínimo y la atención sanitaria a los ciudadanos se ve frenada por la carencia de los más elementales recursos donde los enfermos que ingresan en un centro hospitalario tienen que aportar sus propios recursos, desde sábanas hasta anestesia, pasando por hilo de sutura que por supuesto, reciben de familiares en el exterior.

El resultado de ese bloqueo sistemático al alma de la nación, los cubanos ansían emigrar, huir a cualquier lugar del mundo donde puedan recuperar la esperanza en sus probabilidades individuales de éxito. En 1959, cuando apenas despuntaba la revolución, Cuba era un destino atractivo para millares de obreros y campesinos que veían en ella posibilidades de progreso y desarrollo. Solamente la embajada cubana en Roma tenía en proceso doce mil solicitudes de otros tantos italianos deseosos de instalarse en Cuba —como otros millares de asturianos, gallegos y canarios con las mismas intenciones— eran muy escasos los cubanos que deseaban hacer el viaje en sentido inverso.

Por todo eso estoy contra el bloqueo castrista y creo sinceramente que su eliminación es fundamental para cualquier esfuerzo serio de reconstruir a Cuba tras cincuenta frustrantes años intentando devolverle la libertad y la democracia. Basta ya de discusiones estériles entre los que llegaron en los primeros tiempos huyendo de la brutal represión política que tantas veces terminó ante un pelotón de fusilamiento y las oleadas posteriores escapando de la persecución económica. Ambos son víctimas del mismo inhumano bloqueo al alma Nacional. El régimen cubano no sólo es culpable por su represión política y su recurso a la pena de muerte. También por haber llevado a la miseria al pueblo cubano, por haber castrado su creatividad intelectual y su vocación democrática. Por privarles de sus sus libertades individuales, en lo económico y en lo personal, por restringir severamente sus derechos.

Es hora de ejercer nuestros derechos humanos y ciudadanos eliminando la dependencia absoluta y servil al gobierno que nos despoja de las libertades más elementales. Es hora de romper el bloqueo impuesto por una constitución socialista y un cuerpo legal diseñados para privar al pueblo de todas las libertades y derechos.

Devolvamos a Cuba su voz y el rostro a su sociedad civil para recuperar el país, próspero y feliz, que todos soñamos. Rompamos el bloqueo de un gobierno autoritario que nos ha dejado un país en quiebra, una infraestructura en ruinas y una economía asfixiada.

Monday, September 21, 2009

De buenas intenciones está empedrado el camino del infierno

Finalmente, Juanes y otros artistas cantaron en la Habana. Respeto su derecho a cantar donde mejor les plazca y no dudo de sus buenas intenciones al costear los gastos de la producción (alrededor de trescientos mil dólares). Una excelente inversión pues a partir de ahora, tras cantar en La Habana, los satélites del Alba le abrirán sus puertas. La continua exposición en la media internacional durante los últimos dos meses les hubiera costado una fortuna y, no lo olvidemos, aquí lo que cuenta es el cash.

Pero el concierto me dejó un mal sabor en la boca. Es muy bueno que la Plaza de la Revolución se llenara de música durante cinco horas sin que se escucharan vivas al socialismo o a la revolución. ¿Acaso se está debilitando el régimen? Quizás, pero de forma muy bien controlada por la seguridad del estado y con excelentes dividendos. La cantidad de visitantes extranjeros en la Habana superó con creces las expectativas de una industria turística que languidece, aportando a la economía algunos millares de los tan ansiados dólares sin grandes costos políticos.

La señal abierta del satélite confirmó la presencia de más de un millón de cubanos, un pueblo feliz que canta, ríe… No importa si estaban allí cumpliendo una tarea del Partido o la UJC. No importa si eran militares vestidos de civil o integrantes de las brigadas de respuesta rápida listos para reprimir. Estaban allí, y una imagen vale más que mil palabras. Los tímidos murmullos de Cuba libre pronunciados al final del espectáculo, las referencias a Miami y el exilio –tantas décadas prohibidas- también sirvieron para confirmar que el régimen está cambiando, abriéndose al mundo y la democracia . Lástima que la señal no captó la detención de los opositores que quisieron participar o las advertencias policiales a todo sospechoso de desafecto para que no saliera de su casa ese día. ¿Y quién se va a acordar de las decenas de periodistas independientes que cumplen largas condenas por expresar sus opiniones?

Mientras tanto, en Miami, un grupo de exiliados pasaba una aplanadora sobre los discos de Juanes y sus acompañantes en protesta por el concierto. Están en su derecho y no dudo de sus buenas intenciones. Pero el mensaje, para la isla y para el mundo, de este excelente ejercicio de intolerancia democrática sólo favorece a la dictadura: Miami está lleno de trogloditas que odian al pueblo cubano y protestan al más puro estilo fascista ante un concierto dirigido a la paz, la reconciliación y la apertura. Ahora, el régimen de la Habana puede exhibir, orgulloso, la imagen intolerante y retrógrada de sus opositores. De nuevo, una imagen vale más que mil palabras. ¿Vale la pena hacer trabajo voluntario para la tiranía castrista?

Pese a la multitud que emocionó a Bosé hasta las lágrimas – posiblemente nunca soñó cantar ante tamaña audiencia- el concierto con sus canciones de los años setenta me decepcionó. Ni Dani Rivera con su Madrigal ni Silvio Rodríguez con su Ojalá ofrecieron nada nuevo. Y mucho menos Amaury Pérez o Juán Formell para no mencionar a otros que, definitivamente, dejaron guardada la voz en casa. Pero sobre todo, me decepcionó por los grandes ausentes, los artistas nacidos en la isla, residentes tanto en Cuba como en el extranjero, a quienes se les niega el derecho a cantar para su pueblo. ¿Cómo pueden prestarse, en nombre de la paz y el amor, a cantar en un escenario prohibido para los artistas nacionales? ¿Cómo cantar al amor y la reconciliación mientras se acepta el apartheid artístico impuesto por el régimen?

Desde mi punto de vista, usar un pueblo fatigado, hambreado y brutalmente reprimido como instrumento de promoción comercial, invocando reconciliación y paz es, cuando menos, hipocresía; mostrar esta cara amable de un régimen que se reserva el derecho de encarcelar a quienes disienten de su política, es cinismo; permitir a los censores que decidan cuales canciones pueden o no ser cantadas, es servilismo. Por eso, para mi, la gran ausente de la Plaza de la Revolución esta tarde de domingo fue la Dignidad humana.

Y como desagrqavio, sugiero un nuevo concierto, que podría llamarse “Regreso a Casa” donde junto a Los Aldeanos y Pedro Luís Ferrer, reducidos al ostracismo por sus canciones contestatarias puedan cantar Willy Chirino, Gloria Estefan, Olga Guillot… Pero claro, para eso primero necesitamos una Cuba libre donde mis compatriotas no necesiten permiso para entrar al país o viajar entre las diferentes provincias; donde ningún funcionario decida lo que puedes o no decir en el escenario; donde la bandera cubana pueda ondear, orgullosa, sobre el escenario sin que inmediatamente sea retirada por un eficiente “seguroso”.

Sunday, September 13, 2009

Historia de Dos Ciudades

La Habana, la noble Habana de antiguas columnas con diseños raros y estrechas calles empedradas que cuentan un pasado glorioso. La Habana eterna, paraíso encantado de otras épocas que se conforma con exhibir un gris único, uniformemente triste, pintado por la indolencia y el olvido sobre las paredes agrietadas al borde del derrumbe.

Miami, la ciudad mágica, la capital del sol, del exilio cubano y también de Latinoamérica. Pequeña población que languidecía a la sombra de un turismo ansioso de calor en la temporada de invierno cuando comenzaron a llegar los primeros que huyeron de la la creciente totalitaria.

La Habana y Miami, símbolos urbanos de una nación dividida por la ambición de poder de un hombre, fragmentos de Cuba que al desarrollarse en dos realidades distintas perdieron mucho de su identidad.Dos partes de una misma Nación desintegrada, crecida y envejecida bajo los designios de una revolución.

Los que llegaron a Miami en la década de los sesenta, jamás olvidaron aquella Cuba próspera a la que anhelan volver, a la que recuerdan como suspendida en el tiempo y en la historia sin asimilar completamente que ya no existe. Los que quedaron atrás, en cambio, sueñan con abandonar las ruinas de lo que fue su patria alguna vez, alejarse del paraíso socialista que los asfixia y paraliza en una eterna espera de "algo" que nunca llega. Los que se fueron perdieron la patria por vivir en libertad. Los que quedaron perdieron la patria y la libertad.

Y mientras en Miami los viejos exiliados aún se reunen a jugar dominó en un esfuerzo por aferrarse a sus últimas tradiciones y no dejar morir dentro de si una patria a la que saben que nunca volverán por mas que repitan lo contrario para animarse mutuamente, en Cuba los ancianos se lanzan “jaba” en mano desde tempranas horas buscando la forma de "resolver". Quizás, tras una larga cola logre alcanzar algunos periódicos en el estanquillo y revenderlo; o tal vez otra cola le lleve hasta el mostrador de alguna oscura y desaseada cafetería donde conseguir una “croqueta al plato” y un “refresco de frozen”.

En Miami, los ancianos que un dia, siendo jóvenes y llenos de ilusiones, llegaron pensando en un breve exilio, tuvieron que resignarse a ver crecer sus hijos y nietos en tierra extraña. En La Habana, miran al horizonte buscando una esperanza, idealizando los tiempos pasados mientras repiten: ¡ya vendrán tiempos peores!

Pero siguen ahí, aferrados a una vida que les ha sido ingrata a ambos lados del Estrecho de la Florida. Sus hijos y nietos caminan por Coconot Crove o entre los portales de una ciudad que se derrumba tras las fachadas pintadas para el turismo. Aquellos sólo hablan en inglés pero se hacen llamar cubano-americanos afirmando la ciudadanía de una patria que no conocen mas que por el recuerdo idealizado de sus mayores. Estos, huérfanos de las experiencias que el mundo moderno ofrece a manos llenas, sin derecho a contemplar un paisaje distinto, a escuchar una opinión diferente.
No importa si los de aquí piensan, actúan y viven al estilo americano y los de allá encadenados a una historia de la que no se sienten parte, porque no les pertenece. No importa si los de aquí sueñan con esa Cuba del recuerdo legada por sus padres y los de allá suspiran por una lejana tierra prometida a la que podrán llegar, quizás, del brazo de algún extranjero.

Los de aquí viven en un continuo correr contra el reloj, tratando de alcanzar metas y sueños antes de que se les haga tarde, viviendo, sufriendo, amando, luchando en buena lid por su futuro, desarrollando su creatividad en aras del bien personal y colectivo. Los de allá, víctimas de una sobresaturación ideológica que les anquilosa la iniciativa, se resisten a renunciar a la esperanza. Saben que algún día terminará la noche y esperan, esperan siempre mientras caminan entre las paredes apuntaladas, a punto de desplomarse. Y continúan esperando mientras intentan un chiste, inventan un piropo nuevo o cantan una canción.

La Habana y Miami. Dos ciudades que resumen la tragedia de una nación desmembrada, ramas taladas del tronco común de la cubanía que en suelo extraño supieron adaptarse a climas más fríos y en el propio han logrado sobrevivir al fuego devorador de la ignominia. Pero ninguna de las dos perdió la fuerza de su savia tropical. Y ambas habrán de sostener con el vigor de sus ramas, el futuro de la Patria.

Saturday, September 12, 2009

Congreso Virtual Internacional contra el totalitarismo

Excelente idea la de convocar a expresar opiniones sobre el azote del totalitarismo. Y fabuloso fomentar el uso de las modernas tecnologias para luchar contra ella. Felicidades a sus organizadores.

Para Cuba que sufre, ha llegado la hora.

A veces me pregunto ¿Qué pasaría si súbitamente desaparecieran los Castro y toda su camarilla? ¿Qué organización, institución o grupo está en condiciones de asumir el control y restaurar los valores democráticos en Cuba? Y la respuesta me descorazona: ¡Ninguno! Porque no existe en Cuba un poder que emule al estado totalitario ni estructura que concierte eficazmente los intereses de la nación cubana. Ni religiosa ni social, ni legal, ni política. ¡Nada!

Pese al descontento general por la situación en que viven, a que los jóvenes le dan la espalda a la gerontocracia y que todos anhelan un cambio, los cubanos de la isla, fatigados por cinco décadas de saturación ideológica, desorientados y mal informados sufren del síndrome de la espera que les paraliza más que el temor a la represión. El cubano de a pie espera diariamente algo que nunca llega: los víveres en la bodega o la visa para abandonar el país, el ómnibus inabordable o el paquete de la tía que vive en el extranjero. Y mientras esperan dedican sus fuerzas a sobrevivir lo mejor que pueden. No creen en la revolución pero disimulan su rechazo, hacen la guardia del CDR mientras venden o compran mercancía en el mercado negro, asisten al domingo de la defensa con su uniforme de miliciano recién planchado hasta que llegue la oportunidad de abordar una balsa, una lancha rápida o una invitación al extranjero donde poder “quedarse”…

Cierto que hay señales de una sociedad civil que trata de emerger en organizaciones independientes de abogados y maestros, bibliotecas y sindicaos independientes, etc. Pero los esfuerzos no han cuajado en resultados concretos. En parte por las dificultades para desarrollar un proyecto democrático en el interior de tan férrea dictadura militar En parte por la ambigüedad de una disidencia sin propósitos definidos ni acción efectiva, salvo honrosas y contadas excepciones. En parte, también, por el sentimiento de impotencia ante la pesada y oxidada maquinaria totalitaria en una población que fue privada de la más elemental educación cívica enquistándole el alma y paralizando la iniciativa en beneficio común.

El problema de Cuba no es simplemente un proyecto social fallido o un modelo económico fracasado. Es la destrucción sistemática de una nación desde los más elementales valores cívicos hasta las más entrañables tradiciones. Es la gran confusión que identificó Patria con Revolución y Estado con Gobierno lo que ha desintegrado el alma del cubano de la isla. ¿Qué significado puede tener la defensa de un derecho para quienes han convertido la simulación en estilo de vida? ¿Que interés pueden tener en cambiar leyes injustas quienes fueron educados en violarlas diariamente?

Respeto y admiro profundamente a esa minoría valerosa que luchan dentro del país contra el castrismo, esos que han decidido defender su derecho a una vida decorosa, verdaderamente humana. Pero creo que el método que han elegido sólo facilita que las fuerzas represivas les controlen mejor. Muchos son ampliamente conocidos en el extranjero pero el ciudadano común nunca los ha oído mencionar. Otros desarrollan proyectos tan poco serios como pretender convencer al gobierno de que abandone el poder por métodos pacíficos. Y no faltan las guerras internas de grupos que se atacan entre si, porque acostumbrados a la unanimidad no toleran a quienes sostienen opiniones diferentes.

En los últimos años, ha surgido una generación joven de blogueros que sorteando obstáculos dan a conocer al mundo su verdad. ¡Bien por ellos! Pero insisto. Es al pueblo cubano a quien debe dirigirse la información y ese no tiene acceso a la Internet. Es necesario buscar nuevos caminos, formas creativas para devolver la voz al pueblo amordazado y dar curso a la iniciativa social venciendo la inercia que les impide pensar con cabeza propia. Urge emplear los recursos de la tecnología moderna para que la información llegue a ese cubano que ignora lo que ocurre a dos cuadras de su casa y, sobre todo, fomentar el principio básico de la democracia, la diversidad de criterios con unidad de objetivos.

Ha llegado la hora de la acción cívica certera y profunda. Es necesario reunir todos esos grupos dispersos con un objetivo coherente creando clandestinamente las estructuras democráticas que habrán de regir la futura república libre de Cuba. Ha llegado la hora de organizar un Gobierno Provisional  dentro de la isla capaz de canalizar las inquietudes del pueblo, de transformanr el disgusto general en un torrente efectivo que les devuelva Cuba a los cubanos. Un Gobierno clandestino con sus instituciones y funciones que siente las bases de la reconstrucción material y espiritual de la nación cubana, cree mecanismos para la difusión de las verdades intramuros, defina políticas y objetivos comunes, estructure el cuerpo de leyes sobre las que habrá de construirse una sociedad de derechos, moderna y sin deformaciones. Un Gobierno Provisional que arraigue en la población, se convierta en su voz y, por supuesto, pueda movilizarlo en el momento de la acción decisiva contra el totalitarismo.